PiElevate

¿Por qué no me contestas?

cuando te quedas sin respuesta

Estamos en crisis.
Dicen.
De hecho hace tiempo que “dicen”. Y yo, cada día que pasa veo más indicativos de que no importa lo que “digan”. Las puertas cerradas de los negocios, la actitud de los bancos y la cara de mis clientes cuando me atrasan un recibo es significativo de que estamos en una gran jodida crisis. Entre otros más potentes indicadores. No digo que no. ¡Faltaría más!
Sin embargo y, desde la autoridad que me da el extracto de mi cuenta corriente ( y lo peor de todo, la posibilidad inmediatamente futura de que no cambie) sigo insistiendo en que hay que separar el grano de la paja e intento explicarme…que conste.
Hace mucho tiempo (mucho) que estudié macroeconomía. No recuerdo gran cosa de ese año en cuanto a la asignatura. No obstante, guardo un cierto regusto agradable de las apacibles y fructíferas tardes en el bar de la facultad, desgranando futuros inciertos y creando imaginarios que hoy suenan, como mínimo, divertidos pero también caducos y faltos de realismo. Triste pero es así.
Retomando el tema, de lo poquito que pude aprender (la juventud tiene esas cosas) hay algo que se me quedó grabado a fuerza de intentar entender.

Que lo que es arriba es igual abajo y que lo pequeño es igual a lo grande.

Dicho lo cual y emulando a Hermes Trimegisto, conseguí adquirir un gran principio para moverme por la vida con la suposición de ciertos conocimientos más elaborados que se me presuponían.
Cuando ves a tu alrededor que las cosas no van bien, te asustas. Introducimos en nuestro día a día, que si las cosas van mal, posiblemente vayan a peor y que, tal vez además, nos salpiquen. Es decir, estamos mal, pero si además nos lo repetimos constantemente, acabaremos mal.
Es sabido, no lo digo yo, que el ser humano se ha hecho a golpe de infortunios, descalabros, esfuerzos y toda una amalgama judeo-cristiana de renuncias, sacrificios y superaciones (espero que no sea políticamente incorrecto lo que acabo de escribir). Todo lo que obtendremos será a base del esfuerzo y del sudor de nuestra frente para ganarnos el pan.

Bien…bien, ¡en serio! Lo acepto.

¡Vale! estoy en el juego…

Pero….podríamos poner un poquito de nuestra parte en intentar cambiar las cosas. Si todo va mal, si las cosas parece que van a ir a peor y ya lo tenemos asumido, ¿por qué no intentamos cambiar, en la medida de lo posible, en la parte que cada uno pueda aportar, el que “algo” pueda ser distinto?.
Si yo, como parte activa de mi desempeño laboral, intento abrir nuevas líneas de negocio, nuevas conexiones, trabajar en red y todo eso (en el principio de que Pepe tiene algo y Manolo transformando ese algo de Pepe, puede hacer que María coloque en el mercado, un algo que Susanita compre)…yo, me pregunto, retóricamente tal vez,….
¿POR QUÉ NARICES PEPE NO RESPONDE MI EMAIL?
En definitiva, si yo fuera el jefe de Pepe, al que he puesto en ese lugar de trabajo para que se encargue del departamento de Comunicación (véase también Marketing, Eventos Corporativos, RRPP, Relaciones Institucionales, etc,etc…) y viera que no contesta un email en el que se pretende generar negocio, acercar posturas, intercambiar valor, en definitiva, esperanza de pasta, fulminantemente le despediría.
¿Qué narices comunica un Responsable de Comunicación que es incapaz de comunicarse en el mundo 2.0?
o aún peor,
¿dónde está la oportunidad oculta, aquélla que nadie podría imaginar que cambiará nuestras vidas y a la que despreciamos porque no era lo que tocaba “hacer” en ese momento?.
Bajando tono, sólo constato una cosa…es de buena casta responder. Un sí, un no, un déjame en paz, un ¡no me molestes bicho!…lo que sea.
Pienso que en momentos como los actuales no se trata de luchar por el mantenimiento de nuestro sillón laboral, sino en dar valor a que el negocio fluya y en valorar a los que, más alla de trabajar por una nómina a final de mes, trabajamos para obtener la posibilidad de ganar dinero a final de mes y, en un intento superior filosófico-empresarial, dimensionar negocio y por tanto, flujo de capital al mercado.
Lo que es arriba es abajo. Hoy grande, mañana pequeño y así sucesivamente. La ética profesional es lo único que no cambia. De nosotros depende dimensionar nuestro empeño laboral.
El ser está por encima del hacer.

**foto de la galeria de Alina
http://www.flickr.com/photos/carolinaalarcon/page3/